14 agosto 2008

Egipto

Si hay un viaje que me haya enamorado, sentir una sensación de estar en otro mundo, como si el tiempo se hubiese parado, ese es sin duda, Egipto.

En pocos sitios puedes retroceder miles de años atrás levantando solamente la cabeza. Por mucho que hayamos podido hablar sobre las pirámides, nada es comparable con la sensación de encontrarse frente a frente con la que es, sin duda, la más grandiosa obra arquitectónica de toda la historia de la humanidad. Visitar lo templos, pasear por los poblados, cruzar el desierto para ver Abu Simbel, conocer la mismísima momia del todopoderoso Ramsés II, adentrarme en la pirámide de Keops, tomarme un karkade en un café del zoco de El Cairo, remontar el Nilo en barco, visitar una aldea nubia y en definitiva un sinfín de cosas que no dejaría de llenar líneas es algo que estaba obligado a hacerlo como fuera. En definitiva, sentirse allí querido por aquellas gentes que con tan poco tienen tanto, eso no se paga con nada en el mundo.






























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